Ámame en las manos, cuando ya los huesos
remarquen mis dedos y sean mis falanges
nudos recubiertos de piel que adelgace.
Ámame en los labios resecos de amarte,
en tierras de arena, cuando el agua acabe.
Ámame en un cuerpo que mengua y se parte
como un leño seco que cruje al tocarle.
Ámame en los años como amaste antes,
mi piel clara y firme, mi pelo brillante.
Ámame completa, cuando el mundo acabe,
y se cierre el círculo que trazaste amándome.
['Ámame' por Manuela Vicente Fernández | Tinteros]
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